
– Papi nos inspiró. Cuando éramos pequeños, lo vimos haciendo ejercicio. A veces íbamos con él al gimnasio, jugábamos en el parque mientras él hacía ejercicio – recuerda Caroline.
– ¡Siempre vimos a mi padre haciendo ejercicio y pensamos que era genial! En ese sentido, nos influyó, pero nunca nos obligó a hacer nada – agrega Mariana.
– El entrenamiento con pesas siempre ha sido importante en mi vida, es como una terapia, relajas tu mente trabajando tu cuerpo. Incluso estoy un poco malhumorado si no estoy haciendo ejercicio. Cuando el trabajo y las actividades domésticas lo permiten, hago ejercicio todos los días de la semana, revela el policía civil de 44 años.
El menú familiar nunca tuvo restricciones radicales. Sin embargo, existía un problema de salud. Los alimentos fritos, los dulces y los refrescos solo entraban a la casa los fines de semana, y todas las exageraciones se compensaban al día siguiente.
Cuando tenían 14 años, el padre empezó a animarlos a que practicaran alguna actividad física, para sacarlos del televisor y la computadora. Diogo decidió patinar y las chicas se decantaron por el balonmano.

– Era sedentario, pasaba mucho en casa viendo televisión y jugando en la computadora. La idea de acabar con estas adicciones y empezar a cuidar mi salud vino de mi padre, ni siquiera insistió en que cambiara, pero me habló de eso – admite el hijo.
– Empecé a practicar actividad física por estética, era muy gordita y no me gustaba mi cuerpo. Gradualmente, comencé a disfrutar de los ejercicios y me sentí más preparada para las actividades cotidianas, observa Caroline.
Hace un año, por iniciativa de Paulo, los tres se inscribieron en la academia. Mariana quería ganar masa magra, Caroline luchaba por perder peso y Diogo quería fortalecer sus músculos para evitar lesiones mientras patinaba. Decidieron hacer ejercicio todos juntos, al mismo tiempo.

La asociación se convirtió en una motivación adicional para el cuarteto. Cuando uno es demasiado perezoso para levantarse a entrenar, los demás animan. El gimnasio se ha convertido en el ambiente donde están tranquilos e invierten juntos en la salud familiar.
– Nuestra relación cambió un poco después de que entramos al gimnasio, es el momento en que los tres se juntan. Nos animamos mutuamente cuando alguien es perezoso. O cuando uno de los tres aún no haya terminado la serie, los demás esperarán haciendo cinta de correr – dice Diogo.
– Además de la convivencia diaria en casa, comenzamos a tener convivencia en circunstancias más agradables, debido a nuestra afición común – enfatiza Paulo.
– Hoy estamos más unidos, menos perezosos y más conscientes de que la práctica de actividad física es la mejor manera de lograr calidad de vida – concluye Caroline.
* Gracias a la academia Smart Fit